Capítulo 10

Cristina solo lo encontró inexplicable.
Abajo, Don Navarro y Marcos estaban de pie en la entrada de la escalera, caminando de un lado a otro y mirando fijamente hacia arriba.
Al oír el sonido de la puerta que se abría, levantaron la vista con preocupación.
Cuando vio aparecer a Gonzalo con Cristina, Don Navarro sintió emoción:
—Cristina, es bueno que estés bien.
Como era de esperar, Cristina lo hizo bien.
Cuando los dos bajaron, Don Navarro miró a Gonzalo que seguía de buen humor y fue directamente a preocuparse por Cristina.
—Cristina, Gonzalo no te ha hecho da?o, ?verdad?
A Cristina le gustaba bastante este viejo, así que sacudió ligeramente la cabeza:
—Claro que no.
Entonces Don Navarro respiró aliviado y se llenó de una sonrisa de amor cuando vio las marcas de los moratones en los brazos de Cristina.
Se apresuró a pedir a Marcos que preparara el desayuno y algunos alimentos medicinales para recuperación.
Don Navarro volvió a rega?ar a Gonzalo en voz baja:
—Aunque seas un maldito y sea tu primera vez, ?no sabes que debes ser un poco más ligero con la ni?a? Deja marcas tan evidentes.
Cristina tenía dos moratones en el brazo, las marcas que le había dejado anoche cuando la había confinado.
Por eso pensaba así.
Gonzalo obviamente no usó ninguna fuerza y la piel de Cristina era demasiado tierna.
Cristina sintió su mirada y levantó la cabeza para mirar.
Gonzalo enganchó ligeramente los labios:
—Prestaré atención la próxima vez.
Don Navarro le preguntó preocupado:
—?Cómo dormiste anoche?
Gonzalo miró una vez más a la esbelta espalda y el ardiente cuerpo de Cristina y dijo:
—Muy bien, tengo una noche sin sue?os.
Se quedó dormido después de Cristina terminó de clavarle agujas a Gonzalo, pero pronto tuvo una pesadilla.
Por eso, Gonzalo se despertó de repente y estranguló a Cristina.
Solo la fresca fragancia medicinal del cuerpo de Cristina calmó su manía sanguinaria. Cuando la tuvo en sus brazos después durmió bien toda la noche.
Cuando Don Navarro escuchó esto, se sintió muy aliviado y dijo:
—Gonzalo, tienes que ser bueno con Cristina, no puedes dejar que otros la intimiden, ?lo entiendes?
La enfermedad de Gonzalo era cada vez peor. Tenía rara noche sin sue?os. Por eso, esta vez debería agradecerle la ayuda.
Cristina y los demás estaban desayunando cuando entró Marcos.
Gonzalo preguntó:
—?Qué es?
Marcos inclinó la cabeza y dijo:
—Luca está aquí y quiere ver a Cristina.
Gonzalo miró a Cristina:
—No me importa tu pasado, pero ahora eres mi esposa.
No le importaba quién era o quién le había gustado.
Pero ahora era su esposa, la mujer que él quería.
—Yo lo arreglaré —Cristina dejó el cuchillo y dijo.
Todo el mundo en Ciudad Viento sabía que a Cristina le gustaba Luca hacía tres a?os. Le gustaba tanto que se quedaba con un montón de hombres para darle celos.
Le gustaba tanto que nunca se rindió por mucho que Luca le hiciera da?o y prefería morir antes que casarse con Gonzalo.
Pero se trata del mismo hombre que ayer vio a ella caer al rio y no la salvó.
Gonzalo miró a la espalda de Cristina, la comisura de sus labios se levantó ligeramente.
Cristina salió y vio a Luca de pie en el patio.
Venganza tras renacimiento
Detail
Share
Font Size
40
Bgcolor