Capítulo 7
Cristina miró el bajo vientre de Gonzalo y dijo:
—Si tienes un ri?ón malo, necesitas la medicina adecuada.
—?No lo hiciste a propósito? —Gonzalo contestó.
—Si no cooperas conmigo, no puedo ayudarte —Cristina se levantó y dijo.
Gonzalo sospechaba razonablemente que Cristina lo había hecho a propósito, pero no podía refutarlo y menos aún no comerlo.
De lo contrario, la culpa sería suya si el efecto no fuera bueno en vez de sus habilidades médicas.
Una vez más, Gonzalo sufrió una pérdida.
—Ve a ducharte, de lo contrario no podrás hacerlo después de clavar las agujas. Necesito lavarme primero, recuerda pedirle a la criada que me traiga ropa —Cristina dijo.
Después de decir eso, se metió en el ba?o sin tratarse de un extra?o.
Gonzalo escribió la lista, pensó por un momento y anotó una palabra al final: condones.
Le había pedido a Marcos que comprara los preservativos, solo era para que no se viera. No fuera a ser que alguien supiera que Cristina podía curar su enfermedad y dejara que la gente llegara a ella.
Gonzalo llamó a su ama de llaves y le indicó que fuera a comprar las medicinas.
Marcos tomó una nota de papel para anotar las medicinas. Se congeló por un momento cuando vio la última y volvió con Don Navarro sin hacer más preguntas.
Don Navarro también se quedó helado cuando escuchó la lista de medicamentos.
—Ve a comprarlos rápidamente y haz que las criadas envíen la ropa de Cristina —Don Navarro sonrió y dijo.
Si estaba dispuesto a comprar estos, entonces demuestraba que su nieto se había vuelto sabio. Esto era muy bien.
En cuanto a los nombres de esas medicinas, Don Navarro no pensó mucho en ello. Solo creía que Gonzalo era un poco tímido.
Marcos se apresuró a comprar las cosas de nuevo. Don Navarro estaba esperando abajo.
Sacando la caja de preservativos de la bolsa y cogiendo la larga aguja que estaba preparada, se limitó a pincharla con fuerza varias veces.
Esta operación sorprendió a Marcos.
Cuando Don Navarro terminó, le dijo a Marcos que se apresurara a enviarlo.
Veía a Marcos subir las escaleras mientras pensó:
?Voy a terner mi bisnieto.?
Marcos trajo la medicina y le dirigió una mirada especialmente amable con una sonrisa a Cristina
cuando ella salió del ba?o.
Su pelo estaba empapado con unos ligeros rizos al final y su piel era blanca y tierna debido al ba?o empapado.
Se mostraba coqueta y seductora en este momento comparada con su anterior.
Gonzalo parecía un poco fascinado y tenía otros pensamientos en su mente al ver eso.
Cristina comprobó la medicina y dijo sin levantar la cabeza:
—Vaya a ducharse, voy a dispensar la medicina.
La voz era suave y más seductora.
Gonzalo estaba aún más acalorado mientras se tiraba de la corbata y entraba en el ba?o.
Cuando salió, Cristina ya había preparado el paquete de medicinas y las agujas de plata habían sido esterilizadas y colocadas a un lado.
Cuando Cristina oyó abrirse la puerta, vio a Gonzalo.
Solo tenía una toalla de ba?o alrededor de la cintura. Su pelo goteaba húmedo, las gotas de agua resbalaban por sus frías y decididas mejillas, que bajaban hasta la clavícula y luego hasta sus abdominales...
Esta figura era tan sexy que Cristina no pudo evitar tragar saliva mientras desviaba la mirada.
Se?aló la mesa y dijo:
—Esa es la poción elaborada, cómela con sopa afrodisíaca.
Gonzalo se bebió el agua y se comió la medicina antes de ir a secarse el pelo.
Cristina le hizo tumbarse en la cama y empezó a aplicarle agujas cuando terminó hacerlo.
Ya era la discípula favorita de Raul de Escuela de Medicina cuando era Isabella. Así que administrar agujas era muy fácil para ella.
Era que nunca había mostrado su verdadero rostro, ?le quitaría Clara también esta identidad?
Cristina sacudió la cabeza para sacudirse estos pensamientos.
?Su identidad podía ser arrebatada, pero sus habilidades y capacidades médicas no podían ser arrebatadas por Clara!