Capítulo 42

Cristina se cubrió la cabeza con la almohada y trató de fingir que no lo oía.
Gonzalo bajó la voz y la engatusó un poco:
—Déjame entrar primero y luego castígame, ?vale?
Cuando Cristina escuchó las palabras, el enrojecimiento que se había desvanecido fácilmente volvió a subir a sus mejillas.
Solo porque, al ser besado por él en el coche, hizo un tono similar...
Cristina se levantó rápidamente y fue directo al ba?o. Con un ruido sordo, completamente inaudible afuera.
Esto no fue a abrir la puerta.
?Era solo un nuevo matrimonio, y estaba disfrudando a puerta cerrada!
Don Navarro lo oyó y miró hacia el primer piso, preguntando con preocupación:
—?Qué pasa?
Gonzalo se puso erguido con las manos en los bolsillos, su expresión era anodina y respondió:
—Nada, primero dejaré que ella duerma. Esta noche tengo que trabajar en el estudio, no puedo quedarme con ella.
Don Navarro frunció el ce?o y dijo:
—Estás recién casado, no la dejes sola. No permitirá que la intimides.
Gonzalo miró la puerta cerrada de su habitación y emitió una respuesta antes de dirigirse al estudio.
No hubo la más mínima sensación de vergüenza por haber quedado fuera.
Don Navarro tampoco notó la diferencia. Después de todo, pensó que ninguna mujer le cerraría el paso.
Pero, Cristina fue un accidente.
Gonzalo se dirigió a su estudio, se sentó frente a su ordenador y se puso a trabajar.
Sin embargo...
El trabajo que antes le permitía meditar, pero en este momento le irritaba y no podía leer ningún documento.
La mente estaba llena de Cristina, pensando en el aroma crujiente y medicinal de su cuerpo y la dulce fragancia de su boca...
Gonzalo soportó su irritación y trabajó durante media hora, luego envió un mensaje a Cristina.
Cristina salió de la ducha y cogió su teléfono para mirarlo, justo cuando apareció un mensaje de Gonzalo.
[Gonzalo: No te enfades, la próxima vez pasaré por tu permiso y tendré más cuidado de no hacerte da?o, ?está bien?]
Cristina le echó un vistazo pero no le respondió...
Cristina apagó el teléfono con vergüenza, luego apagó la luz y se fue a la cama ignorando a Gonzalo.
Al día siguiente, Cristina todavía se levantó temprano para practicar artes marciales.
Solo que en cuanto abrió la puerta, fue bloqueada por la alta figura de Gonzalo.
Gonzalo la miró y dijo con voz ronca:
—Cari?o.
Cristina miró a Gonzalo y vio que le crecía una barba en la barbilla y que sus ojos seguían rojos, parecía que no había dormido en toda la noche.
Después de despertarse de una noche de sue?o, la ira de Cristina se había calmado hace tiempo.
En ese momento, al ver el aspecto tan demacrado de Gonzalo, preguntó:
—?No has dormido en toda la noche?
La noche que se conocieron, Gonzalo estaba aún más demacrado que ahora. Estos días le costó recuperar algo de energía, esta era una noche de vuelta.
Gonzalo emitió un sonido sordo.
Tenía problemas para conciliar el sue?o y tenía una serie de pesadillas una vez que lo hacía.
Solo en los últimos días, cuando se durmió con Cristina en brazos, se durmió fácilmente y tuvo una noche sin sue?os.
Cristina se dejó llevar:
—Entra y duerme.
Gonzalo no se movió, sino que la miró fijamentey dijo:
—Quédate conmigo.
Cristina quiso negarse, pero al ver el aspecto de Gonzalo que podía estallar en un episodio maníaco en cualquier momento, todavía asintió:
—De acuerdo.
El estado del cuerpo de Gonzalo era tal que un solo ataque supone un da?o para su cuerpo.
Hasta que ella no hubiera formulado un antídoto, haría lo posible por evitar que le diera un ataque.
Simplemente tumbado en la cama, Gonzalo sostenía a Cristina con fuerza entre sus brazos oliendo la fresca fragancia medicinal de su cuerpo. El factor maníaco de su cuerpo se fue calmando poco a poco.
Pero una otra sensación empezó...

Venganza tras renacimiento
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