Capítulo 56

Después de leer el post, la ira de Eloise aumentó. Así que cogió el teléfono y lo estrelló directamente contra la cara de Yolanda.
El golpe fue tan repentino que Yolanda no lo esquivó.
Eloise temblaba de rabia, se?alando a Yolanda y preguntando:
—?Es esto lo que dijiste de ser una buena madrastra y ense?ar a tu hija a querer bien a Cristina?
En aquel entonces, cuando Eloise quiso criar ella misma a Cristina, no insistió al ver que Yolanda amaba genuinamente a Cristina y que este no estaba dispuesto a seguirla.
?Eloise estaba tan arrepentida ahora!
Lola Dávalos vio que la sangre caía de los dedos de Yolanda y gritó ansiosamente:
—?Doctor, doctor!
Cristina miró el teléfono que había caído al suelo con la pantalla rota...
?Era su teléfono!
Eloise les gritó:
—?Ninguno de vosotros intentará superar a Cristina! ?Cristina, vamos a casa!
Si le quedaba más tiempo, Eloise se enfadaría tanto que los golpearía de nuevo.
Cristina cogió el teléfono y luego ayudó a Eloise a alejarse.
De lo contrario, Eloise se pondría furiosa.
Cuando subió al coche, el humor de Eloise se estabilizó por fin un poco, pero aún no olvidó su intención original y dijo:
—?Cristina, ven a casa conmigo y debes divorciarte de Gonzalo!
Cristina la respondió:
—Abuela, Gonzalo no es tan temible como dice, está bien.
Al menos, por el momento no estaban en conflicto.
Eloise se mostró muy decidida:
—?No puede dejar que vayas a Familia Navarro!
Al ver lo decidida y testaruda que era Eloise, Cristina no se molestó en refutar, sino que se limitó a decir:
—Abuela no saques conclusiones todavía, reúnete con Gonzalo primero, ?vale?
Eloise se lo pensó y asintió obedientemente:
—Sí, pero ante de todo, tienes que venir a casa conmigo.
De camino a casa, Cristinala escuchó hablar durante todo el trayecto, o bien se equivocó al confiar en Yolanda o se arrepintió de no haber insistido en criar a Cristinaen aquel entonces.
O bien estaba diciendo que se equivocó entonces y que no debía dejar que Cristina fuera a Familia Navarro ahora.
Unas pocas palabras se repitieron innumerables veces a lo largo del camino.
Cristina tuvo callos en las orejas...
Las llaves del coche se las llevó Eloise, que temía que se fuera sola.
Támbien dijo a las criadas que la vigilaran y no la dejaran salir.
Eso también demostró que Eloise no era el tipo de persona que deseaba la gloria y la riqueza, y que realmente amaba a Cristina.
En su vida anterior, no había sentido este tipo de amor y calor de parentesco sanguíneo desde que murieron sus padres.
Cristina lo atesoró mucho.
Después de comer, Cristina volvió a su habitación y se sentó en el balcón mirando un huerto.
Era un huerto que Eloise había plantado ella misma.
Cristina sacó su teléfono móvil que estaba muy da?ado.
Pero no le afecta llamar a Gonzalo.
En el momento en que se marcó el teléfono, el lado de Gonzalo descolgó en segundos.
Al otro lado del teléfono llegó la característica voz baja y fría, pero suave, de Gonzalo:
—Sra. Navarro, buenas tardes.
La voz de Gonzalo era muy agradable, porque la había besado a escondidas esta ma?ana y pensaba que ella se enfadaría y le ignoraría.
Inesperadamente, tomó la iniciativa de llamar.
—No voy a volver a quedarme por la noche —Cristina dijo.
Gonzalo se sorprendió mucho al escuchar eso.
Venganza tras renacimiento
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